domingo, 19 de enero de 2014

LANGUEDOC-ROUSSILLON EN NAVIDAD.

Nos hubiese gustado que el título del post hubiera sido: Navidad en la Alsacia en Autocaravana; pero a última hora nos dio pereza hacer la kilometrada para los escasos días (concretamente 2) en que los mercados de Noël hubiesen estado en su apogeo.
Entre el partido de fútbol y el concierto de Navidad de los niños, y el Sopar de Nadal con los amigos, la salida se nos retrasó al 22 de diciembre (en lugar del 19). La mayoría de los marchés de Noël acababan el 24, así que... mejor hacer 300 km en lugar de 1000; otro año será.

El dato más importante en cuanto a la organización de este viaje (diferente de todos los anteriores) ha sido cargar con unos "habitantes" especiales, a los que los niños llevaban dando mandarinas desde hacía semanas, y a quienes el día 24 aporrearon mientras les cantaban para dulcificar los golpes. Bien, los niños llevaron los Tiós y nosotros sus "cacas".

Salimos a primera hora de la tarde de Vilafranca del Penedès  y llegamos al poco de pasar la Jonquera al área de Le Boulou (Coordenadas N 42º32'38,27"  E 2º50'14,06") con noche cerrada (pero claro, en diciembre), que está, como muchísimas de las áreas francesas, delante del Cimitier (no sé si para que no nos molesten o para que no molestemos).
También está a 200 metros del centro, con lo que ir a buscar el pan por la mañana es muy sencillo (si vas abrigado), y al lado del río, con una zona llana llena de pinos que hizo las delicias de niños y perros.

Emprendimos la marcha después de la descarga de energía matutina y nos encaminamos hacia Narbonne, que dispone de un área de gran capacidad, llana, junto a una zona comercial y con parada delante mismo del autobús; su precio es de 9 euros/24horas, e incluye luz y el transporte al centro en autobús; el esto de servicios cuesta 2 euros. (Aire de la Narbonnette: N 43º10'49,26"  E 3º1'22,62").



Marché de Noël con buena puntuación por nuestra parte. Ambiente y decoración que te hacen sentir la magia aun siendo adulto; si encima vas con tus hijos el efecto se amplifica. Narbonne tiene muchísimas cosas que dejamos de lado, porque en esta ocasión íbamos sólo navideños, así que tendremos que repetir con mejor tiempo y menos magia a descubrir sus otros tesoros.


Como teníamos la intención de ir de áreas, los destinos elegidos fueron pueblos con este servicio. Así que de Narbonne nos fuimos a Mende, atravesando sin querer el Viaduc de Millau (que vale la pena por ser el puente más alto del mundo estando a 343 metros sobre el Tarn; pero que vale unos 10 euros). Ya que nos cobraron el paseo, paramos unos minutos el centro de visitantes y tomamos algunas fotos, aunque la que cuelgo es la de la web del viaducto.


Mende se trata de un pueblo grande en extensión, con algunos edificios enormes tipo mansión, pero pequeño de impresión (quiero decir que es de esos lugares que acostumbran a resultar entrañables). Y ahora voy a copiar la primera frase de la descripción de la Guía verde de Michelin, porque me ha hecho sonreír el pensar "mira, lo que tú sientes, pero dicho con elegancia": "Mende conserva el noble aspecto de un gran burgo rural velado por su imponente catedral".
La elección de Mende fue por tratarse de un pueblo con Marché de Noël y tener área para autocaravanas (parking detrás de un Intermarché  N 44,52049   E 3,49603); pero llegamos el día 24 a mediodía, y el mercado cerraba hacia las 18 h, así que nos conformamos con sus callejuelas irregulares, con casas antiguas de paredes que burlaban la verticalidad a la que estamos acostumbrados en las ciudades modernas, con los puentes inclinadísimos que te ayudaban a cruzar el río que hizo de banda sonora a nuestra noche de Navidad.

Poco a poco nos fuimos dando cuenta que no veríamos demasiado Noël, de hecho ya era día 25, así que cambiamos de chip.
Antes del viaduc de Millau vimos un indicador a Roquefor, lo que nos hizo ir salivando el resto del trayecto mientras en nuestras cabezas las bolas de Navidad comenzaban a tener moho verde y forma triangular desprendiendo cierta pestilencia.
A pocos quilómetros de Mende se encuentra Marvejols, que aunque sin mercado navideño, tenía una área de autocaravanas (pernocta y servicios gratuitos:  N 44,55393  E 3,29472) y su centro histórico se haya franqueado por 3 puertas "habitables" (por lo que vimos, lo que hay justo encima del arco de entrada es una casa).
Marvejols casi se queda sin visitar, pues el destino elegido era el Parc à Loups du Gévaudan, pero cuando nos dirigíamos al mismo para pasar la noche (pues la pernocta en su aparcamiento está permitida) comenzó a caer una granizada que propició un cambio en nuestros deseos de ver lobos con hermoso pelaje por el de ver las ya mencionadas puertas.

Marvejols  es una ciudad medieval tranquila, pero de pasado turbulento, y eso se respira cuando paseas por sus calles, donde hay marcas de esa historia que seguro acompaña aún las reuniones ante la lumbre, me refiero a la historia de la bestia del Gévaudan.

Roquefort-sur-Soulzon fue nuestro siguiente destino, dejamos atrás los lobos, los marché de Noël y el granizo, para deleitar nuestro paladar con el queso azul más famoso del mundo (y la verdad es que no sabemos cómo ha alcanzado la fama, pues de los 2 millones de quesos que producen anualmente en Roquefort, el 80% se queda en Francia, y sólo el 20% se destina a la exportación, estando España en el primer lugar entre los importadores).
Yo no soy muy quesera, la verdad, y teniendo en cuenta la cantidad de grasa que tiene el queso y lo poco que me conviene, pues tampoco es para quesizarme ahora; pero la cava de La Société me dejó absolutamente fascinada. No me extraña que les salga buen queso, pero si lo meten en un palacio creado por la naturaleza (seguro que hasta dejando una caja de insípidos tranchetes allí una semana se convierten en delicatessen).
En Roquefort, como es habitual en los pueblos franceses con cosas que merecen la pena visitarse, hay área para autocaravanas (justo junto a la oficina de turismo a la entrada del pueblo frente al acantilado; N43,98115   E 2,98047), al lado también hay una zona deportiva y otra de juegos (que suele ser de agradecer cuando entre los viajeros hay algún niño).
Acabamos el viaje en Adge donde, según datos que recogimos en internet, había marché de Noël el día 28; pero igual fue una inocentada, dado que allí, lo único que pudimos hacer fue comer en un restaurante flotante a buena relación calidad-precio, pero poco más.

Como cosa positiva en un viaje donde la expectativa era ver millones de luces y puestecillos navideños y no fue exactamente así, diríamos que la vuelta fue mucho más llevadera, porque no tiene nada que ver hacer 400 km de regreso a casa que 1000. 
En fin, seguimos teniendo Colmar como uno de los 1001 destinos a visitar (en Navidad) antes de morir (o quedarnos sin carnet de conducir por la edad, vamos, que tampoco hay que apurar tanto).






1 comentario:

  1. Hola! Ya me paso por aqui. Que envidia me das con la autocaravana!! Yo quiero hacerme con una :-) (Todo llega jijiji)
    Besos!

    ResponderEliminar